Sobre Nosotros
- Partido Comunista del Ecuador Comité Provincial de Pichincha
¿Quiénes Somos?
Somos el Comité Provincial de Pichincha del Histórico Partido Comunista del Ecuador, la Organización de Ricardo Paredes Romero, Jesús Gualavisí, Dolores Cacuango, César Endara, Joaquín Gallegos Lara, Newton Moreno, Tránsito Amaguaña, Oswaldo Albornoz Peralta, Neptalí Ulcuango, Enrique Gil Gilbert, Edwing Pérez y de Gustavo Iturralde. Somos el Partido de las Clases Populares, de los Obreros y Campesinos, de los Pequeños y Medianos Comerciantes y Emprendedores Nacionales. Somos el Organismo Político Natural del Pueblo Ecuatoriano siempre presente en sus Luchas por construir una Sociedad con Verdadera Justicia Social.
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miércoles, 30 de marzo de 2016
UNIDAD PARA EL 2017(Apuntes para la discusión)
LA SITUACIÓN ACTUAL
Durante los meses de mayo, junio, julio, del 2015, el Presidente Rafael Correa y
algunos de sus funcionarios defensores, nos decían reiteradamente y trataban de
convencernos de que lo más conveniente para todos los ecuatorianos, era un capitalismo
moderno por acciones y no el viejo capitalismo familiar que habíamos estado viviendo,
algo que un gobierno revolucionario o con intenciones socialistas jamás se atrevería a
haberlo pronunciado una sola vez, pero con ello nos alivianó la discutida tarea de hacer
una caracterización del gobierno y podemos partir del autoreconocimiento de sus
propios intereses capitalistas que es coincidente con las políticas que ha promovido en
favor de la gran empresa privada y en contra de los trabajadores, de manera que
podemos afirmar sin lugar a equivocarnos, de que tenemos un sector de una nueva
derecha que pugna por mantenerse en el gobierno y una vieja derecha que hace los
intentos por acceder a ese gobierno.
Esa nueva derecha, astutamente apropiada y aprovechada de consignas, slogans, ofertas,
canciones, discursos y banderas de la izquierda, ha tenido la habilidad de venderse ante
el país y ante el mundo, ante propios y extraños, como un proceso revolucionario, como
un presidente revolucionario, como un camino hacia un socialismo jamás definido,
como un gobierno de los trabajadores, avasallando para ello toda la teoría
revolucionaria, en una flagrante deformación ideológica, inventando contenidos de
derecha a categorías de la economía política revolucionaria como plusvalía, supremacía
del capital sobre el trabajo, o haciendo creer que existe un salario digno que además de
ser falso es inconstitucional, de mujeres que se les hace creer que están afiliadas a la
seguridad social que cotizan toda la vida pero que no tienen acceso a la más mínima
atención médica, de leyes con nombres rimbombantes y contenidos adversos como a ley
de justicia laboral que atenta contra los derechos laborales, de redistribución de la
riqueza que no redistribuye nada, o las reformas a la Constitución que solo sirven para
adecuarla a la medida de los intereses capitalistas.
El presidente economista solo ha funcionado como ingeniero y merece reconocimiento
por la obra física realizada, por los trabajos en hierro y cemento, sin ningún tipo de
control, pues entre las reformas constitucionales se le ha despojado a la Contraloría
General del Estado de sus facultades y funciones para inspeccionar y auditar la
contratación pública, con lo que se garantiza la felicidad de contratantes y contratistas.
Pero además de la felicidad de los mencionados, esa obra física no es suficiente mérito
para el apelativo de gobierno revolucionario, ni de izquierda, ni siquiera alcanza para
progresista si enfrentamos la obra física con la estructura económica en favor de la
burguesía y la superestructura jurídica antiobrera y represiva, preparada para ser
utilizada por la derecha que disfruta del poder o por la antigua que asuma el gobierno en
reemplazo de ésta.
Ante esta situación, la derecha que pretende asumir el gobierno, hace los llamados a la 2
unidad de todos los sectores en contra de Correa, de todos aquellos que no son parte de
la involución ciudadana, para según ellos repetir lo que se hizo en Venezuela o en
Argentina, un gran frente de todos los “anti” para ganar los procesos electorales a los
gobiernos establecidos. No podemos confundir las realidades de Argentina, Venezuela,
Bolivia y Ecuador, pues aparte de un discurso medio parecido en determinados aspectos
particularmente de la integración regional, las pretensiones y procesos políticos internos
que se están desarrollando son absolutamente diferentes, ya que en el Ecuador se trata
del fortalecimiento del sistema capitalista con un discurso disfrazado de socialista.
Sin embargo, desde nuestra posición de clase, el criterio fundamental de la unidad no
puede ser el anticorreismo despojado de ideología, porque esa es la misma fanesca que
hoy estamos viviendo, todos unidos en favor del capitalismo, un Frankenstein político
denominado Alianza País; nuestro proceso de unidad en las condiciones actuales tiene
que ser de identidades y similitudes político ideológicas y el elemento aglutinador solo
puede ser el anticapitalismo entendido como parte de la lucha anti-imperialista; nadie
puede llamarse anti-imperialista ni revolucionario defendiendo y fortaleciendo el
capitalismo, porque eso no es más que restauración conservadora y defensa de los
intereses de la burguesía en contra de los intereses de los trabajadores y del pueblo.
Las ofertas de mejores condiciones de vida han sido la oferta de todos los candidatos, de
todos los partidos y gobiernos, desde hace más de un siglo, tanto de la derecha
conservadora como de la derecha socialdemócrata, sus diferencias sólo han sido matices
de lo mismo y su resultado enriquecer más a la burguesía y acentuar la explotación a los
trabajadores de todo tipo y el sometimiento a los campesinos. Siempre el resultado de
todas las políticas hasta los momentos actuales ha sido incrementar la supremacía del
capital sobre el trabajo, del capital sobre el ser humano, aunque en épocas de involución
ciudadana hay ilusos trasnochados que creen que lo contrario es posible en el sistema
capitalista, y predican que en el Ecuador capitalista del sigo XXI el ser humano está
sobre el capital, en demostración del más absoluto desconocimiento de cómo funciona
el sistema capitalista, o de la abierta y descarada defensa del mismo. Recordemos la
consigna social cristiana con la que asumió el gobierno de “pan, techo y empleo” o de la
campaña que ya levanta el candidato banquero basada en el “empleo”, pues la mitad de
la población está en el desempleo y el subempleo hoy denominado alegremente “empleo
inadecuado” y la situación empeora con los despidos masivos, por miles, tanto en el
sector privado como en el público.
En los momentos actuales para que todas esas ilusiones y aspiraciones de
transformaciones, de mejores condiciones de vida, de empleo, de acabar con la
explotación y de construir una sociedad diferente, nueva, socialista, con los trabajadores
y campesinos, sólo es posible a partir de crear un poder popular de las organizaciones de
trabajadores, campesinos, pobladores, de organizaciones sociales y populares de diverso
tipo, en general de las organizaciones de explotados que enfrentarán a las
organizaciones y partidos políticos de los viejos y de los nuevos explotadores.
Se agrava la situación de los trabajadores, se legisla en contra de ellos, se reforma la
Constitución de la República para eliminar lo poco que se había avanzado, se pisotea la
poca legislación laboral favorable mientras se pretende eliminarla, se legisla para vender
la tierra a sus verdaderos dueños los campesinos en tanto se les paga por ella a los
terratenientes, y se amenaza con una mayor flexibilización laboral en favor de los
empresarios, de la burguesía y en contra de los trabajadores, con el engaño de que no3
van a bajar los salarios y se mete la mano al bolsillo de los trabajadores tanto activos
como de aquellos que ya se jubilaron.
No es más que un gobierno socialdemócrata, de una pequeño burguesía arribista
disputando el poder con la burguesía y evidentemente las dos de espaldas a los
trabajadores y al pueblo, por ello nuestra consigna es “contra la derecha esté donde
esté”. Y en ese enfrentamiento, la no participación del Presidente Correa en la próxima
contienda electoral, solo se justifica y tiene argumento si analizamos lo que son las
crisis periódicas de sobreproducción del sistema capitalista y la incapacidad de
administrar el Estado en esas condiciones, para reaparecer en el 2021 calculando para
entonces que se inicie la etapa de recuperación de la actual crisis. Para terminar con las
crisis hay que terminar con el sistema capitalista.
Alguna gente del pueblo incluidos trabajadores y campesinos dicen que no importa
quien gane el 2017 con tal de que se vaya el actual Presidente y esa falsa revolución, no
les interesa que el próximo presidente sea un candidato de la derecha, y eso es
totalmente equivocado, para ganarle a la derecha conciliadora, unirse con la derecha
conservadora, nosotros también estaríamos involucionando, dando marcha atrás, y eso
es lo que pretende la burguesía retomar el poder con el apoyo de los trabajadores, los
explotadores asumiendo el poder con el apoyo de los explotados y eso no lo podemos
volver a permitir, ni volverlo a repetir.
EL GOBIERNO QUE NECESITAMOS
Recordando que la historia nos habla de la década perdida, hoy podemos hablar con
toda propiedad de la “década del engaño” la que va del 2007 al 2017. Ante esa situación
de engaño es necesario proponerse un gobierno que tenga reales características
revolucionarias, que no solo cante canciones revolucionarias, un gobierno que
reconozca y amplíe la participación democrática de los explotados, porque los
explotadores siempre la han tenido y aún más en la última década; un gobierno popular
que vaya más allá del simple discurso y que en realidad se preocupe de los pobres y
desprotegidos, mediante políticas verdaderas y no parches a la mendicidad, que no se
declare gobierno de los trabajadores sino que los trabajadores se declaren gobierno; un
gobierno patriótico que no ponga los intereses de la burguesía por delante de los
intereses del pueblo y tampoco los intereses de las transnacionales por delante de los
intereses de sectores de un empresariado y de una pequeña burguesía nacionalista que
pueden estar del lado del desarrollo nacional.
Un gobierno que haga posible el desplazamiento del poder de los grupos minoritarios y
privilegiados de explotadores, y su traspaso a manos de los trabajadores, campesinos,
artesanos, medianos y pequeños industriales, comerciantes pequeños y medianos, capas
medias, profesionales, intelectuales, pobladores. Es decir un gobierno conformado por
los partidos, movimientos y fuerzas populares que estén dispuestos a enfrentar al
imperialismo y a las oligarquías, al mismo tiempo que impulsar las transformaciones y
los cambios democráticos, democracia que no puede ser entendida en abstracto, sino
que debe estar dirigida a ampliar las posibilidades de los demócratas, de los sectores
populares y laborales, la democracia y participación de trabajadores y campesinos y no
a incrementar la prepotencia y las ganancias de los poderosos y explotadores.
Un gobierno que reconozca y defienda los derechos de las minorías de todo tipo más
allá de sus creencias y preferencias personales, que recupere y garantice los derechos
políticos, sociales y sindicales, de género y de preferencia sexual, los etáreos de niños y
de ancianos, de capacidades especiales y sus diversidades. El derecho a la propiedad
personal que es la una, pero también el derecho a ser y tener igual con respecto a la
propiedad productiva que es la otra; a recibir en correspondencia con lo que se trabaja,
no se puede trabajar igual y recibir diferente, o sin trabajar recibir más que aquel que si
trabaja por el simple hecho de tener la propiedad sobre alguna máquina o capital. El
derecho a la propiedad de la tierra para quienes la trabajan considerando que sus
dueños ancestrales son los campesinos y sus comunidades. El derecho y promoción de
la propiedad asociativa, cooperativa y comunitaria, donde la propiedad estatal solamente
es una fase previa y temporal. No puede la propiedad quedar para siempre en manos del
Estado, algún momento tiene que pasar a manos de la sociedad.
Las fuerzas armadas en este gobierno deben recordar su origen patriótico y libertario y
junto a la policía deben asumir su origen de clase, de una población uniformada
proveniente de los hogares populares, de hogares de trabajadores y campesinos, pero
que los han puestos a servicio de los intereses de clase de la burguesía y de los
terratenientes; deben volver al servicio de los intereses del pueblo del cual provienen y
sus armas deben estar al servicio de quienes se las entregamos esto es del pueblo
ecuatoriano, fundamentalmente de sus obreros y campesinos. No pueden volver a ser
brazo armado de la burguesía, de los enemigos del pueblo.
Las iglesias y credos religiosos solo pueden ser respetados pero no financiados
conforme a las creencias del Ejecutivo y debe volverse al principio defendido por el
viejo luchador Eloy Alfaro del laicismo del Estado, los intereses del Estado y de las
iglesias no son compatibles, son diversos y no podemos volver al colonialismo de
imponer una religión sobre las otras. Los intereses de Estado corresponden a una vida
actual y material, en tanto que el de las religiones a una vida futura e inmaterial. No
atacamos a las iglesias, señalamos que ellas y el Estado son de mundos diferentes del
mundo material y del mundo espiritual y el Estado no puede financiar a una en
particular porque es discriminatorio, pero tampoco alcanza para financiar a todas,
porque no hay para tanto.
En este gobierno y ante todos los avatares que se presenten, deben gradualmente ganar
un lugar protagónico los principios doctrinarios de la clase obrera y de los trabajadores,
asumiendo sus militantes las principales responsabilidades del poder junto con los
campesinos que son sus aliados fundamentales, en tanto explotados, y todas aquellas
fuerzas sociales que estén dispuestas a luchar por la independencia y el progreso social.
No queremos un gobierno que con prepotencia diga que es de los trabajadores, sino que
los trabajadores digan orgullosamente que son el gobierno.
LA ORGANIZACIÓN QUE NOS HACE FALTA
Para acceder a este gobierno que hemos descrito brevemente es necesario construir la
herramienta política, el mecanismo o máquina que nos lleve a alcanzar ese gobierno y
no es otra cosa que un gran frente que nos permita liberarnos en dos sentidos: uno
nacionalmente y hablamos entonces de una lucha anti-imperialista, y dos, liberarnos 5
socialmente y hablamos entonces de una lucha anticapitalista, de una lucha de clases en
contra de la burguesía y de los terratenientes.
Esa herramienta política sólo puede ser el resultado de un largo proceso unitario,
proceso que no está por iniciarse, sino más bien está por concretarse, por hacerse
realidad aquello que comenzó hace décadas, el proceso unitario de los explotados en el
Ecuador vio sus primeras luces en la década de los años 70, hace más de 40 años cuando
conformamos el Frente Unitario de los Trabajadores, la CTE, la CEDOC y la CEOSL,
era el frente de los explotados en contra de los explotadores, con diversos criterios, con
discrepancias desde entonces, pero con un enemigo común la burguesía, la más grande
organización indígena y por un tiempo la única, era parte de una las centrales sindicales,
por lo tanto el FUT era la expresión de unidad del movimiento de los trabajadores y de
los indígenas; en los años 80 se produjo una expresión unitaria político electoral de
importancia, la conformación de Frente de Izquierda Unida, el FIU, que lo integraban
fundamentalmente el Frente Amplio de Izquierda, FADI, y el movimiento Popular
Democrático, MPD, para impulsar al binomio Jaime Hurtado y Efraín Alvarez como
candidatos a la presidencia y vicepresidencia del Ecuador; en el año 2014 la CEOSL
solicita y es admitida en la Federación Sindical Mundial a la que pertenece la CTE
desde su fundación; y desde hace un par de años tenemos también la inclusión de la
UGTE en el Frente Unitario de Trabajadores y dos años de movilizaciones y luchas
coordinadas en defensa de los derechos y los intereses de los trabajadores y campesinos,
de las organizaciones y pobladores conjuntamente entre el FUT, la CONAIE, los
profesores, los estudiantes, los médicos, los jubilados y otras organizaciones sociales,
participantes en el Colectivo de Dirección Nacional, son expresiones y manifestaciones
de la unidad del pueblo y de la lucha de clases en el Ecuador. Es esta la columna
vertebral de un proceso unitario popular.
No se trata en consecuencia de una unidad burocrática entre dirigentes, ni de una unidad
entre organizaciones disimiles y divergentes, sino de organizaciones que manteniendo
diferencias, convergen en los principios fundamentales, están conformadas
mayoritariamente por trabajadores y explotados, existe de manera prioritaria una
identidad de clase y que vienen participando hace décadas de luchas comunes, que son
muchos más los aspectos e intereses que los unen que aquellos que los separan; esta
unidad no se trata de una acción específica o coyuntural solamente, sino que es la
aproximación de objetivos y de coincidencias de clase, con un enemigo común también
de clase, se trata de la unidad de los explotados en lucha contra sus explotadores, estén o
no en el gobierno, es la lucha histórica de siempre, la lucha por la vigencia del
capitalismo como sistema de explotación de los hombre por parte del capital, de
enriquecimiento de unos y pobreza de otros, o por la supresión de ese sistema, de las
crisis y de la explotación.
Esta unidad no puede ser la negociación de intereses particulares entre dirigentes de
todos los colores políticos, no puede ser la unidad por encima de las ideologías como
algunos lo están proponiendo, no puede ser la unidad de la derecha con la izquierda, no
puede ser la unidad amorfa entre trabajadores y burguesía, entre campesinos y
terratenientes, como las unidades que se han venido pregonando y practicando en la
reciente década, bajo los principios de la conciliación de clases y una supuesta
revolución ciudadana, que se ha transformado en involución, ya que no es posible una
revolución de todos los ciudadanos, sino que las revoluciones son de unos en contra de
otros, de pobres contra ricos, de explotados contra explotadores. Tenemos que superar la década del engaño, que ha pretendido hacernos creer que se pueden conciliar los
intereses de clases antagónicas, que obreros y empresarios, que campesinos y
terratenientes pueden andar de la mano.
La alianza que proponemos se ha forjado y se fortalecerá en las calles, en las
manifestaciones de todo tipo en defensa de sus derechos y de sus propias
reivindicaciones contra la explotación capitalista, de los campesinos por la tierra, el
agua, el crédito, las semillas, en la lucha de los sectores populares por alimentos,
vivienda y trabajo, por salud y educación, por seguridad social con todos los beneficios,
por la equidad en todos los sentidos y se preparará para todas las formas que la lucha de
clases lo demande. Tendrá que prepararse para todos los retos y formas de lucha que la
burguesía, los terratenientes y el imperialismo les proponga y sean necesarios para su
liberación socia y nacional, para su liberación de clase.
Es evidente que para proponerse la liberación social, la liberación de clase, es
imprescindible partir de una sólida alianza obrero-campesina, que aglutine a otros
sectores de explotados de la sociedad ecuatoriana, como sectores medios, de la pequeña
burguesía, de pequeños y medianos productores, de empresarios nacionalistas, de los
intelectuales identificados con los intereses populares, de los empleados, de los
profesionales que cada vez integran más el ejército de los explotados por el capital, de
todos los sectores populares que sufren de discriminación, de hambre, miseria y
desempleo. Parte de esta alianza la integrarían sectores de centro izquierda, y aquí se
mantiene la discusión de que para unos es la unidad del centro a la izquierda, aunque
esos intentos ya los hicimos y terminamos engañados, por lo que debería pensarse en la
unidad de la izquierda hacia el centro, que no es lo mismo.
La dirigencia obrera de las organizaciones clasistas, así como la dirigencia de las
organizaciones políticas de izquierda, no pueden tragarse y digerir el discurso de los
patrones, el discurso de la burguesía de “mitigar las tensiones entre el capital y el
trabajo” porque eso es conciliación de clases y esa conciliación es traición a la clase
obrera, a los trabajadores y campesinos, porque los revolucionarios no estamos para
mitigar las tensiones sino para eliminarlas.
La intención de una revolución para contentar a todos, lleva a decir que se ha terminado
con la explotación de los trabajadores, lo cual es falso, creer que la socialdemocracia de
la cual son parte o con la que están de aliados va a impulsar el socialismo, es falso, decir
que este proceso es a favor de los trabajadores, está muy distante de la realidad, que la
partidocracia ha desaparecido, es una ilusión, que los interese de explotados y
explotadores se aproximan, es no entender nada, y en esas condiciones se puede decir
cualquier cosa, incluso que esto es socialismo.
Para los revolucionarios, siempre es oportuno recordar que: “No se trata de reformar la
propiedad privada, sino de abolirla; no se trata de paliar los antagonismos de clase, sino
de abolir las clases; no se trata de mejorar la sociedad existente, sino de establecer una
nueva.” Eso es socialismo.
Seguramente se acusará de que todo esto es incendiario, pero recordemos que el pueblo
ecuatoriano votó en el 2006 mayoritariamente cuando le ofrecieron socialismo, solo que
le mintieron.
Los revolucionarios no estamos para maquillar el sistema, eso lo hace Alianza País, el
partido de gobierno, la derecha, ellos son los estilistas del sistema capitalista; en tanto
que los socialistas, los comunistas y los revolucionarios de otras organizaciones
debemos ser los sepultureros del sistema.
La creación de un frente único del trabajo, es una necesidad inmediata y de vital
importancia, es ante todo la única respuesta posible a la creciente ofensiva del capital, al
predominio cada vez más infame del capital sobre el trabajo, aunque sin una migaja de
vergüenza se diga lo contrario. Cada día que pasa vemos como se agrava la situación en
contra del pueblo, como se reforma la Constitución para eliminar las conquistas
logradas históricamente por los trabajadores, cómo hacen lo que les viene en gana 100
voluntades manejadas por una sola en contra de todo un pueblo.
La burguesía se encuentra dispersa en varias organizaciones empresariales y partidos
políticos, son las organizaciones de la burguesía, y por su parte los obreros, los
trabajadores, los explotados en general también nos encontramos dispersos en varias
organizaciones gremiales, sociales y partidos políticos, son las organizaciones de los
trabajadores. Pero las organizaciones del capital y las organizaciones del trabajo tienen
objetivos finales diametralmente opuestos, tienen diferencias irreconciliables, intereses
de clase que no caben en una misma organización. No pueden ponerse en el mismo saco
a explotados y explotadores. Es el enfrentamiento entre los partidos del capital y los
partidos del trabajo. Es sencillamente imposible que la burguesía promueva una política
en contra de la explotación del trabajo, de la misma manera que es imposible que los
trabajadores conscientes promuevan una política de fortalecimiento del sistema
capitalista que tiene como fundamento la explotación de los trabajadores. Estamos
hablando entonces de la posibilidad de que la oposición burguesa se una en torno a sus
propios intereses, pero también de que la oposición obrera, trabajadora y popular se
unifique en torno a una verdadera transformación de la sociedad ecuatoriana donde la
prioridad sean los trabajadores y no el capital, no la explotación.
La política de frente único del trabajo no significa el abandono de los principios de cada
uno de sus integrantes, o de las formalidades de esos principios, porque nadie está
dispuesto a ello, nosotros no lo estamos y no podemos creer que la burguesía si lo está,
y el elemento unificador debe constituirlo un programa o una plataforma anticapitalista.
La burguesía y sus partidos y su frente hasta podrán declararse antiimperialista en el
discurso, pero jamás podrán promover y ejecutar una política anticapitalista y la prueba
de esto ya lo hemos soportado durante cerca de una década, bajo el disfraz de
revolución ciudadana.
Si recordamos la historia del Ecuador, sus gobernantes y partidos políticos,
encontraremos que está plagada de ideólogos y apologistas de la burguesía, que se han
presentado algunas ocasiones abiertamente como derecha, que se han disfrazado en
otras como social democracia y que finalmente se han camuflado como supuestos
revolucionarios como en la última década, han tenido absolutamente todos ellos como
biblia a la conciliación de clases y los resultados para los trabajadores son evidentes, en
los últimos años toda nuestra lucha ha estado dirigida contra la conciliación propuesta
desde el gobierno en favor de la burguesía, de la derecha, de los patronos, de los
explotadores, esa conciliación es traición a la clase obrera, traición a los trabajadores y
así lo hemos denunciado permanentemente en calles y plazas, no podemos en
consecuencia, pensar que para golpear a unos explotadores tenemos que unirnos con 8
otros de los mismos, pues sus intereses de clase no son diferentes, son los mismos
intereses antiobreros y antipopulares.
Buscamos terminar con la política de la colaboración de clases, que golpea cada vez
más a los trabajadores, a los campesinos, a los artesanos, a los trabajadores
independientes, a los jubilados, a los pobres, la política de colaboración y conciliación
de clases sólo favorece a la burguesía, a los capitalistas y por tanto no podemos
sumarnos a todo aquello que hemos venido combatiendo, pues si algún respeto hemos
ganado es por no haber traicionado.
UNAS POCAS CONDICIONES PARA LA UNIDAD
Ya nos equivocamos el 28 de mayo de 1944 entregando las armas, ya nos equivocamos
durante toda la historia republicana entregando nuestros votos a nuestros propios
explotadores o a quienes representan sus intereses, y recientemente nos equivocamos
apoyando a Lucio Gutiérrez y luego a Rafael Correa, es hora de hacer las cosas
correctamente, con nuestras propias fuerzas, con quienes se identifican claramente con
nuestros intereses, con nuestros verdaderos amigos y no con nuestros enemigos.
La unidad que estamos proponiendo es la más amplia convocatoria a los sectores y
organizaciones laborales, sociales y populares, pero no es una unidad improvisada, sino
forjada en la unidad de acción y es necesario que paulatinamente se vaya convirtiendo
en una unidad política de largo plazo, para lo que deberán considerar unos aspectos de
carácter general, elementales pero necesarios:
1.- Para tratar el tema de la unidad no es suficiente discutir con quien unirnos, sino que
es fundamental definir de quien nos separamos. Identificar quienes son los amigos y
quienes los enemigos.
2.- Independizarse por completo de la burguesía y del imperialismo, de la derecha, de
los explotadores, y olvidar el supuesto de que los podemos utilizar, cuando la historia
nacional de casi 200 años ha demostrado que ellos nos utilizan a nosotros.
3.- Continuar el proceso de unidad política, iniciado hace décadas como unidad de
acción, que comenzando ahora con una participación electoral no termina en ella, ni
puede ser sólo ella, y para esto es fundamental considerar la unidad de acción a la que
nos referimos en el segundo párrafo de “La organización que nos hace falta” esa tiene
que ser la columna vertebral de la unidad que pretendemos, si queremos avanzar más
allá de las simples elecciones y terminar en el oportunismo.
4.- Que se reconozca la necesidad de poner fin a la explotación del ser humano por el
capital, que es inherente al sistema capitalista. De lo contario continuaremos como los
actuales estilistas y maquilladores del sistema y eso lo puede continuar haciendo la
derecha sin necesidad de nosotros.
5.- Traer de regreso a todas las organizaciones que fueron y que siguen siendo
engañadas y divididas desde el gobierno utilizando dirigentes corruptos, particularmente
a las organizaciones de trabajadores y campesinos, al lugar que les corresponde, a las
centrales sindicales y otras organizaciones matrices a las que pertenecían.
6.- Descartar de su ideario la conciliación de clases que es la política de fortalecimiento
capitalista del actual gobierno.
OBJETIVO
Promoción y consolidación del proceso unitario iniciado hace décadas, que teniendo
como pilar fundamental, como columna vertebral la unidad obrero campesina, convoque
sin discriminación alguna, a los más amplios sectores de pobres y explotados en el
Ecuador, con el propósito de realizar mediante las formas de lucha que sean necesarias,
las transformaciones que conduzcan a terminar con la explotación capitalista y a la
instauración de una sociedad socialista que nos ofrecieron y por la cual votó
masivamente el pueblo ecuatoriano.
El objetivo en este momento no es la participación electoral, sino el proceso de unidad,
las elecciones son una herramienta para avanzar en ese proceso de unidad.
LA GRAN TAREA IDEOLÓGICA
La historia latinoamericana nos habla de la década perdida correspondiente a los años
80 del siglo XX, y ahora nos corresponde a los ecuatorianos explotados y engañados,
enfrentar y revertir los efectos de la década del engaño, de la mentira ideológica
comprendida entre el 2007 y el 2017.
Una gran tarea inicial es desmontar o revertir la deformación ideológica que ha alterado
la conciencia, la voluntad y la visión histórica de una parte de nuestro pueblo y de
nuestros trabajadores y campesinos, luego de casi 10 años en los que han demostrado
que la menor de sus virtudes ha sido la vergüenza y que en lo ideológico nos metieron la
mano al bolsillo y se han apropiado ideológicamente de todo lo ajeno, han dicho ser
todo lo contrario a lo que en realidad son y en consecuencia una de las tareas
fundamentales es denunciar este atraco y aclararle al pueblo y al mundo, que aquí no ha
existido ninguna revolución, que no existe ningún socialismo y que hablar de gobierno
revolucionario no es más que un insulto a la inteligencia humana.
Es necesario aclararle al pueblo ecuatoriano que por aquí no ha pasado ningún
socialismo, incluso a los incautos que aún confían en el gobierno que esto no ha sido
más que un show montado por el oportunismo y disfrazado de revolución. Nuestro
pueblo lo dice en las calles “remedo de revolución”. Hay que enfrentar a la derecha que
se opone al gobierno, así como a la derecha que se encuentra en él.
El socialismo sólo lo podrán hacer los explotados, los trabajadores, el pueblo con sus
obreros y campesinos, con sus organizaciones gremiales de clase y con sus
organizaciones políticas de izquierda.
NUESTRO PROGRAMA
El proyecto político de la clase obrera en los momentos actuales solo puede ser la
unidad de los trabajadores, campesinos y pobladores, de los verdaderos demócratas y 10
revolucionarios, de la intelectualidad comprometida con un proceso de acumulación de
fuerzas para la toma del Poder del Estado.
Ellos, la derecha en el gobierno y fuera de él, han violado la Constitución y las leyes
cuando les ha venido en gana, violan nuestros derechos todos los días y nosotros solo
queremos violar el sistema por ellos establecido. La revolución no es el angelical pedido
de mano a la burguesía sino la violación de mucho de lo establecido por ella.
Y la participación electoral inmediata sólo puede ser entendida como una parte, un
componente de un gran proceso de acumulación de fuerzas. Lo cual no niega sino por el
contrario supone el acceso a diversas dignidades de elección popular en el 2017, para
dar inicio a la devolución de los derechos robados al pueblo y a los trabajadores.
Esto no es aún un detallado programa de gobierno, está muy lejos de serlo, pero son
unas propuestas básicas generales para ser consideradas para la elaboración democrática
y participativa de una propuesta.
- Retomar la vigencia de la Constitución del 2008 tal como fue aprobada
mayoritariamente por los trabajadores y el pueblo ecuatoriano en el Referendum,
permitirá el logro de una parte importante del programa que es restablecer los derechos
violados y conculcados, e iniciar la conquista y el incremento de nuestros derechos, de
mayores y mejores condiciones de vida y laborales. Derogar los instrumentos jurídico
políticos creados en contra de los trabajadores, de los campesinos y del pueblo. Y
establecer en su lugar los instrumentos y mecanismos para avanzar en los derechos e
intereses alcanzados hasta enero del 2007, con un sentido progresivo de acuerdo con la
Constitución vigente al 2008.
- Promocionar, organizar y fortalecer la unidad del movimiento obrero y campesino, del
proletariado urbano con el proletariado agrícola, como eje del proceso de unidad
política de izquierda y como base social de respaldo a las transformaciones populares.
- Fortalecimiento de la organización de los artesanos y pequeños propietarios y
productores, propendiendo a su organización bajo formas de participación y de
propiedad colectiva que incrementen la producción y la productividad de todos y cada
uno de sus integrantes, para mejorar sus propias condiciones de vida y de organización.
- Atención prioritaria e inmediata a la situación de la propiedad de la tierra y el agua
reconociendo los derechos de sus dueños ancestrales los campesinos y comunidades,
mediante las formas de propiedad asociativa y comunitaria, destinadas a la producción
en pro de la soberanía alimentaria y la promoción de la producción agrícola a gran
escala, basados en la propiedad colectiva y comunitaria de la tierra, del agua y más
medios de producción agropecuaria, con una reforma agraria integral en sus diferentes
aspectos.
- Fortalecimiento de las organizaciones gremiales, sociales y populares, para ir creando
un Poder Popular.
- Políticas de mejoramiento y gratuidad de la salud y educación, fortaleciendo lo
público.
- Aseguramiento de la soberanía y suficiencia alimentaria del pueblo ecuatoriano.
- Crear las condiciones jurídico políticas e iniciar un proceso mediante el cual la clase
obrera, los trabajadores de la ciudad y de campo, vayan asumiendo un papel
protagónico en la conducción de Estado.
- Mantener y desarrollar un sistema tributario acorde con principios redistributivos en
beneficio de los sectores de menos ingresos.
- Investigación y sanción de la corrupción tanto pública como privada, incluida la
administración de justicia.
- Investigación de la deuda externa y renegociación en condiciones favorables en
defensa de los intereses de los trabajadores y del pueblo ecuatoriano.
- Revisión de los contratos nacionales con empresas transnacionales que afectan la
soberanía y las finanzas nacionales.
- Defensa de la propiedad estatal en contra de los nuevos intentos de privatizaciones.
Fortalecimiento de la propiedad asociativa, cooperativa y comunitaria. Debilitamiento
de la propiedad privada sobre los medios de producción, diferenciando de la propiedad
privada personal que será respetada.
- Fortalecimiento y unificación de la seguridad social (IESS, ISSFA, etc.) con
reconocimiento de las responsabilidades del Estado.
- Política internacional de soberanía nacional, de solidaridad, de fortalecimiento de la
integración regional, de paz mundial, y contra las transnacionales y el imperialismo.
En los procesos electorales la burguesía pone el dinero para las campañas de los que
defienden sus intereses, pero jamás podemos olvidar, que los trabajadores y el pueblo
ponemos los votos para el que gana.
Lisímaco Velasco
ASESOR CTE.
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